19 de abril de 2024

Meteorología por Luis Vargas

Clima y tiempo al alcance de todos

Según expertos el 2013 podría ser el más cálido de los últimos 160 años

El entrante año 2013 será el más cálido de los últimos ciento sesenta años incluidos en los registros meteorológicos.  Según pronostican meteorólogos británicos, el promedio anual de la temperatura sería medio grado centígrado más alto. De mantenerse esta tendencia, ya en este siglo, nuestro planeta se enfrentaría a unos cambios relevantes. Otros investigadores asustan a la gente de la calle con un pronóstico de signo inverso: a partir de 2014, según afirman, la temperatura empezaría a descender, luego de lo cual comenzará un nuevo período glaciar. La historia de la Humanidad ha conocido períodos tanto de fuerte calor como de severos fríos. Desde tiempos antiguos el hombre trata de adivinar el tiempo a partir de diversos signos, pero tan sólo en el siglo XX apareció la meteorología científica. La precisión de los pronósticos actuales es del 95 % para un día, de un 60 %, para una semana, y así sucesivamente, decreciendo.  Los expertos pronostican una tendencia para varios años, pero no hay garantía de que se haga realidad. ¿Qué es lo que nos espera: el deshielo del Ártico o, viceversa, la congelación de la Corriente del Golfo? Probablemente, proseguiría un paulatino calentamiento, afirma el jefe del laboratorio de climatología en el Instituto de Geografía (Academia rusa de Ciencias), Andrei Shmakin:  «En la vida cotidiana este calentamiento es casi imperceptible. Lo reflejan sólo los datos estadísticos. Sólo analizándolos, se perfila una determinada tendencia. Pero lo dicho no significa que cada nuevo año sea más cálido que el anterior. Nada de eso. Desde luego que habrá ciertas variaciones: un año será más frío, otro más cálido. Sólo las estadísticas reflejan que la tendencia es al alza».

Al impacto de la actividad humana sobre la atmósfera de la Tierra, últimamente se han operado cambios en los ciclos de subidas y bajadas de la temperatura. Lo que antes ocurría a lo largo de un milenio, hoy se opera en varios años, afirma el responsable del programa energético Greenpeace Russia, Vladímir Chúprov:  «Los fenómenos peligrosos se hacen cada vez más frecuentes debido a los desequilibrios, provocados por el hombre. El calentamiento global es tan sólo un síntoma de este desequilibrio. La temperatura va subiendo. Tal vez, no tan rápidamente, como presagiaban los científicos. Pero, lamentablemente, el planeta no recuperará su estado de antes».

Expertos del Banco Mundial han presentado un pronóstico, según el cual, hacia comienzos del próximo siglo, el promedio de la temperatura crecería unos cuatro grados centígrados. Ello acarrearía consecuencias irreversibles, tales como la reducción de las reservas mundiales de alimentos, extinción de sistemas ecológicos y subida del nivel de los mares y océanos. De todas formas, opinan los estudiosos, no todo está perdido. Antes que nada, es preciso diseñar un nuevo y eficaz programa para combatir el calentamiento global que reemplace al desactualizado Protocolo de Kyoto. Además, opinan especialistas, es menester generar energía sin dañar el medio ambiente, cesar la vandálica tala de bosques en diversas regiones del planeta, perfeccionar los sistemas de depuración de aguas negras. En fin, actuando con raciocinio y movilización, la humanidad lleva todas las de contar con un tiempo soportable en el futuro.

Nuestro estilo de vida es responsable de la desestabilización climática que vivimos. Este cambio del clima que ya está sufriendo la Tierra no se manifiesta en que se suavicen las crudezas del invierno o llueva a destiempo, sino que el aumento de temperatura de tan sólo 2 grados -un aumento aparentemente minúsculo-, podría alterar la producción de alimentos y los suministros de agua y, por tanto, afectar a la salud pública. Sin embargo, la situación se hace más dramática porque de proseguir el ritmo de consumo actual, la temperatura media global aumentaría entre los 3,5 y los 6 grados centígrados, emitiendo a la atmósfera la cantidad de dióxido que debería alcanzarse en 2035 para contener el cambio climático y no desencadenar situaciones de inseguridad humana como consecuencia de hambrunas, pandemias, migraciones masivas de desplazados ambientales, e incluso, conflictos por los recursos escasos.