Una alerta de tormenta geomagnética G3 (fuerte en la escala que va de G1 a G5) está ahora en vigor para el 31 de marzo de 2022. Una segunda eyección de masa coronal (CME) más rápida entró en erupción casi finalizando el 28 de marzo, asociada con una llamarada solar clase M1 a las 19:23 UTC desde la mancha solar AR2975. Los análisis indicaron que la velocidad de la CME era de aproximadamente 841 km/s, y la orientación del modelo sugiere que esta CME superará a una CME anterior de ese mismo día y llegará desde la tarde del 30 de marzo hasta la madrugada del 31 de marzo.
¿Qué es una tormenta geomagnética?
Una tormenta geomagnética es una perturbación significativa de la magnetósfera terrestre, consecuencia directa del intercambio de energía desde el viento solar, al ambiente espacial terrestre. En particular, la energía intercambiada durante estos eventos se disipa en el entorno de la Tierra, con consecuencias importantes sobre los cinturones de radiación, la ionósfera y el campo geomagnético.
Durante la fase principal de la tormenta geomagnética, la corriente eléctrica en la magnetosfera crea una fuerza magnética que empuja la frontera entre la magnetosfera y el viento solar. El disturbio en el medio interplanetario que guía la tormenta puede deberse a una eyección de masa coronal o a una corriente de alta velocidad (región de interacción co-rotante; CIR, por sus siglas en inglés) del viento solar, un agujero en la corona o una llamarada solar, originado este disturbio en una región de la superficie del Sol con un campo magnético débil.
Varios fenómenos del clima espacial tienden a ser asociados con o son causados por tormentas geomagnéticas. Estos incluyen: eventos de partículas energéticas solares (SEP, por sus siglas en inglés), corrientes inducidas geomagnéticamente (GIC, por sus siglas en inglés), disturbios en la ionosfera que causan problemas en la radio y los radares, trastornos de la navegación por compás magnético y muestras de la aurora a latitudes mucho más bajas de lo normal.
Los efectos de este fenómeno se sienten en la Tierra aproximadamente 52 horas después y pueden durar 24, 48 horas o varios días. Solo se perciben en la Tierra si la onda de choque está dirigida hacia la Tierra.
El índice DST (Disturbace Strorm Time, en inglés) y el índice KP permiten estimar la intensidad de la tormenta geomagnética en curso. Estos índices se obtienen a partir de datos medidos por magnetómetros. En Argentina se encuentra una amplia red de magnetómetros pertenecientes a diferentes instituciones.
Impactos de las tormentas geomagnéticas
Aviación:
La meteorología del Espacio en la aeronáutica es de suma importancia debido a las interrupciones en las comunicaciones de Alta Frecuencia (HF) y errores en los sistemas de navegación satelital durante eventos solares. En vuelos polares la exposición a la radiación solar y partículas energéticas aumenta considerablemente.
Tecnologías satelitales:
Las tecnologías satelitales se ven ampliamente afectados por eventos solares. Los electrones energéticos pueden cargar la superficie del satélite, disminuyendo la vida útil de los materiales, partículas ionizadas pueden generar fallas en los dispositivos de memoria (SEU, Single Event Upset). También se produce un aumento en el arrastre de los satélites, requiriendo la corrección de su órbita.
Redes de energía eléctricas:
Durante una tormenta geomagnética, se inducen corrientes telúricas conocidas como GIC (en inglés, Geomagnetically Induced Currents). Estas corrientes pueden impactar en los tendidos de red eléctrica y en los transformadores generando apagones. También se generan corrientes telúricas en gasoductos y oleoductos, acelerando el proceso de corrosión y disminuyendo la vida útil de los mismos.
A pesar de que las tormentas geomagnéticas son conocidas también como tormenta solar, no se debe especular en cuanto a su impacto directo en el clima de nuestro planeta, ni mucho menos dar a entender de un posible incremento significativo de las temperaturas terrestres, ni la llegada de una llamarada del Sol a nuestro planeta.
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